LA VALENTÍA DE UN HOMBRE QUE LO PUDO TODO

Con la clara idea de transformar a la cuidad que lo vio nacer y crecer, empieza la historia de un hombre visionario, fuerte de carácter y sobre todo firme a pesar de los problemas, Luis Alfonso Vargas Mayorga nació el 6 de junio de 1936 en la cuidad de Ambato, sus padres fueron el Sr. Carlos Vargas y la Sra. Roxana Mayorga seres que con amor y ejemplo educaron al mayor de 8 hermanos. Luis recuerda claramente cómo fue su infancia de feliz, cada comida se reunían todos a la mesa eran momentos de risa, de algarabía, momentos únicos que solo po­día compartir con su amada familia. Como era lógico y al estar inmiscuido en el negocio de su padre, acoge su vocación por la mecánica desde muy temprana edad ya que ayudaba a Don Carlos en los talleres aprendiendo no solo como se puede re­parar un daño en un auto, si no a la vez el valor del trabajo y la responsabilidad.

Cuenta Don Luis que uno de los mayores acontecimientos que vivió en su adolescencia fue el terremoto del 5 de agosto de 1949, siendo pequeño aun y estando delicado de salud, la tierra de la nada empezó a moverse, el edificio donde toda su familia vivía ubicado en la avenida 12 de noviembre donde actualmente es el mercado de las flores, se sacudía de manera violenta lo cual provocó la evacuación inmediata de todos, se refugió en una camioneta que era propiedad de la familia, pasando la no­che en este automotor con sus padres y hermanos. En aquel de­sastre natural no solo se perdieron vidas humanas, sino muchos sueños e ilusiones se apagaron juntamente con la catedral de la ciudad que quedó en ruinas, edificios, casas se derrumbaron.

Don Luis ha considerado toda su vida que la preparación acadé­mica es muy importante, leer enriquece el conocimiento, sus es­tudios primarios y secundarios los realizo en el centro educativo “La Salle”, mismo lugar que aparte de las enseñanzas de historia, matemáticas, lengua y demás, le permitieron aprender también el valor de la vida, de la amistad y sobre todo a perseguir sus sueños. Después de varios años y obteniendo el título como bachiller viaja en barco a la ciudad de Colonia en Alemania en el año de 1955 a continuar con su instrucción académica y a seguir enrique­ciendo su conocimiento llegando así a ser Inge­niero en Mecánica.

En 1960, retorna a Ecuador conoce a doña Elena Salman después de 3 años de amistad deciden formar un hogar procreando a sus tres hijos San­tiago, Pedro y Juan Pablo, hombres con valores muy arraigados, trabajadores y sobre todo humil­des. Por otro lado empieza a trabajar para la em­presa carrocera norteamericana Thomas ubicada en Quito, en este lugar pone en práctica todo lo aprendido en el exterior y a la vez fomenta con más intensidad el sueño de tener su propia em­presa carrocera.

Es así que el gran sueño cristaliza el 14 de abril de 1964, abren las puertas del primer taller de carro­cerías “VARMA”, ubicado en la calle pichincha en Ambato, la primera planta fue un galpón alqui­lado con apenas 7 empleados, después adquiere los terrenos en la parte donde hoy funciona el centro comercial Mall de los Andes y construye ahí la segunda planta de la fábrica que funciona desde el año 1970 hasta el año 2003, época en donde la firma construye la tercera y última plan­ta de carrocerías en el sector de Izamba al norte de la ciudad, dejando los terrenos anteriores para construcción del Mall de los Andes transforman­do por segunda vez a su querida ciudad pero esta vez en el ámbito comercial.

Incursiona en el ámbito político, siendo candida­to  a la alcaldía de la ciudad en 1979 cuando el país regresaba a la democracia, lamentablemente que­do en segundo lugar llegando de esta manera a ser la nueva autoridad el Dr. Luis Pachano Carrión y es nombrado presidente de la República del Ecuador el Sr. Jaime Roldos Aguilera quien nombra a Luis Var­gas como Gobernador de la Provincia de Tungurahua llegando a ser la máxima autoridad de la provincia, luego fue nombrado Cónsul General del Ecuador en New York.

Don Luis Vargas es, ha sido y será por siempre ejem­plo para sus hijos es así que Santiago el primogénito con mucha alegría menciona que su padre a pesar de su rectitud, de su fuerza de carácter es un hombre muy amoroso, con un amplio conocimiento que des­de temprana edad le transmitió el valor de la respon­sabilidad y el trabajo, siendo parte de la empresa que su padre levanto con mucho esfuerzo, involucrándole en el negocio carrocero desde muy joven.

Cuando Santiago habla de su padre se puede notar esa ternura, respeto y amor que siente hacia él, hom­bre que estuvo en los momentos más difíciles de su adolescencia, quien después de un percance muy complicado propio de su adolescencia se sobrepuso el amor entre padre e hijo. Ahora después de muchas cosas vividas, muchos sentimientos compartidos, muchas historias por contar Santiago entiende que todo lo que su padre hizo en determinados momen­tos fue por amor y siempre con un porque, aunque en esos momentos él no lo entendía hoy le agradece de todo corazón por haberlo educado como un hombre íntegro, fuerte, por haberle dado las mejores leccio­nes de vida y hacer de el no solo un buen hijo ni un buen ser humano sino por enseñarle a ser un buen padre.

En una sola palabra define a su padre como un “·TODO”, palabra que tiene tanto significado que las lágrimas se escapan y los sentimientos afloran, “Mi padre es todo como hombre, como padre, como ser humano, como amigo” manifiesta Santiago. La mayor enseñanza que le deja al primero de sus 3 hijos es la rectitud al hacer las cosas, la responsabilidad del día a día, el perseguir los sueños y cumplirlos.

Los hijos son el reflejo de los padres, sin duda alguna así el último hijo de Luis Vargas, Juan Pablo expresa de manera enérgica “Mi padre, una leyenda”, hom­bre que al hablar de su padre refleja en su mirada amor, ternura y admiración, hacia el ser que lucho por años para sacar adelante a su familia y sobre todo para cumplir el gran sueño de tener su propia em­presa, que a la vez transforme de manera radical a su cuidado, su querido Ambato, misma empresa que ha dado tanto de que hablar por su desarrollo, por ser una de las más importantes a nivel Nacional, por ser además una fábrica que impulsa el avance no solo de carrocerías sino también del talento humano, por ser una empresa de calidad donde se fabrican productos seguros y duraderos.

Una de las cosas que más agradece Juan Pablo a su padre es haberle enseñado desde pequeño la importancia de ser recto en la vida y en los negocios, con su severidad y a la vez amor, Don Luis educo a sus hijos con el pensamiento de que la vida es para trabajar y más allá de esta frase de vida , enseño a sus hijos la importancia de ser humildes y siempre ayudar a las personas que lo necesitan, sien­do generosos, nobles, hombres de coraje y sobre todo seres de va­lores sólidos que hoy en día son la segunda generación que está al frente de la empresa.

Juan Pablo recuerda que desde los 12 años ayudaba a su padre en la oficina de la fábri­ca ordenando papeles, arreglando carpetas, de manera muy sutil y muy sabia Don Luis in­volucro a sus hijos en el negocio que en ese entonces aun maneja­ba solo, sin socios, sin ayuda de terceros ya que la empresa desde su nacimiento en el año 1964 fue una iniciativa autentica y original.

Recuerda con tanta alegría y gratitud el tiempo que vivían en Estados Unidos, que fue alrededor de un año, cuando su padre fue Cónsul General del Ecuador en New York, recibieron una visita un poco inusual y algo sorprendente, llego a su casa a pasar la noche el Sr. Jaime Roldos Aguilera presidente de ese entonces, recuerda claramente ese momento como una ex­periencia de vida que guarda en su mente y corazón como un tesoro invaluable.

El placer de la incertidumbre de cada día, aunque suene algo complicado eso es lo que Don Luis hereda a los suyos, el he­cho de no saber que pasara el día de mañana porque es ahí, en medio de esa complejidad del desconocimiento cuando se saca lo mejor de cada persona afirma Juan Pablo con una sonrisa proyectando a la vez tranquilidad y felicidad porque la  vida le bendijo no con un padre sino con un GRAN PADRE.

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