El asambleísta Fernando Callejas se siente a gusto en su casa situada en el exclusivo barrio ambateño de Miraflores. Es sábado por la tarde y su atuendo es más cómodo e informal: jeans, camisa, chompa y zapatos de suela.
Afuera el fragor de la calle es intenso. El clima vespertino es soleado y el rostro del ex alcalde de Ambato por tres períodos, luce tranquilo e, incluso, se permite sonreír y bromear. Es que el tema de conversación no es para menos: Fernando Naranjo, su entrañable amigo y compañero de fórmula política. Ambos se iniciaron en estas lides en el año 2000 cobijados por la memorable y atípica agrupación denominada “Frente Cívico”.
Callejas es un hombre que no gusta de los preámbulos largos y como buen arquitecto enseguida entra en materia. Califica a esta agrupación como un movimiento ciudadano, aún cuando participaron determinadas figuras y partidos políticos con raigambre.
Fue un momento en el que ni Naranjo y menos aún Callejas habían pensado en participar en contiendas gubernativas. No tenían experiencia. Aceptaron eso sí y de buena gana.
Según Callejas, el “Frente Cívico” tuvo objetivos claros desde el inicio: participar en política activamente, dejando de lado la zona del confort en un momento en que la hegemonía, en ese momento, era del Partido Social Cristiano (PSC). También hicieron su caballo de batalla la lucha frontal contra la corrupción galopante en casi todos los estamentos.
Se aglutinaron entonces varios frentes y partidos como la Izquierda Democrática, Democracia Popular y el Socialismo. Además, sindicalistas, movimientos indígenas y empresarios. Allí radica lo atípico, hombres de campo planificando codo a codo con empresarios. Más aún, la sede fue la tradicional Casa del Obrero que hasta hoy funciona en la esquina de las céntricas calles Bolívar y Mariano Egüez.
Todos los asistentes sabían que participaban de un momento histórico que trastocaría la forma de administrar la provincia más pujante de la Sierra Cetro, y cuyos resultados tendrían repercusión nacional y mundial, esto último fue posterior gracias a la Internet y las redes sociales. Callejas todavía conserva un afiche de aquél tiempo que en la actualidad tiene un valor emocional semejante al oro.
La contienda electoral fue importante, participativa y llena de propuestas novedosas. Ya no las obras de poca monta como casas comunales, conchas acústicas, aceras y bordillos que si bien eran importantes, no eran trascendentes para conseguir transformaciones de fondo.
Naranjo y Callejas pregonaban un discurso similar, el primero para la Prefectura y, el segundo, para el Municipio ambateño. Prometían una administración honesta, participativa, facilitadora, equitativa y direccionada a los sectores olvidados. Contra todo pronóstico esta fórmula fue exitosa y vencieron con holgura al PSC.
Si bien las propuestas les ayudaron a vencer, hubo otro factor que también resultó decisivo: Los dos candidatos se conocían desde niños y confiaban ciegamente en el otro. “Nuestra amistad es muy larga, desde chiquitos, claro que Fernando Naranjo sigue siendo niño por su estatura (ríe). Yo estudiaba en la Escuela Juan León Mera y allí nos conocimos. Luego nos encontramos en el León Becerra y al concluir me fui a Quito a estudiar al Spellman y después a los Estados Unidos. Al regresar, me uní a los amigos que ya teníamos entre 18 y 19 años. Entre ellos estaba el Prefecto. Hasta ahora mantenemos el grupo de amigos de antaño que en chat se denomina la jorga 13”.
La amistad se consolidó en Quito, cuando ambos cursaban sus estudios universitarios, Callejas en la Universidad Central del Ecuador y Naranjo en la Politécnica Nacional. “En ese tiempo el Prefecto era hecho el comunista, simpatizaba con el FADI (Frente Amplio de Izquierda), y decía que le perseguían los agentes de la CIA y yo le respondía…callá ni te toman en cuenta”.