Fausto Benavides

Dueño de una dulzura singular y una mirada triste, pero con un enorme deseo de contarnos cómo de desarro­lló el fútbol de Riobamba en su época, encontramos a Fausto Benavides, apodado “El Venado”. Cuando empieza a hablar de fútbol, la voz se le corta y hace una pausa para remontar su memoria a una época donde lo más preciado era el triunfo del equipo de sus amores.

Este hincha, dueño de un museo particular de CD. Ol­medo, donde exhibe fotos, recortes de periódico y revis­tas, camisetas y todo aquello relacionado con el equipo de sus amores; vivió en el barrio de San Francisco e hizo sus primeros estudios en la primaria Simón Bolívar. Su afición favorita siempre fue jugar al fútbol.

En ese entonces, unos amigos de apellido Garnica, que Vivían en la capital y fundaron el club Italia de Quito, que posteriormente se llamaría “AUCAS”, lo visitaban continua­mente; sin embargo, su inicio en el fútbol fue con los her­manos Rodríguez, quienes en ese momento jugaban, en un equipo de barrio, un triangular en la plaza de Villa María. Allí participaron también el equipo de una panadería, uno de San Francisco y otro de Santa Rosa. Cuando se acabó el torneo, en él quedó el deseo de seguir en practicando el fútbol.

Posteriormente fue invitado por los señores Víctor Ve­lázquez, Hugo Muñoz y Pepe Robalino a jugar en el equipo de Panamá. Un señor del barrio de Santa Rosa, de apellido Endara, organizó un torneo dónde actuaron 4 parroquias y fue Panamá el que se llevó la corona del torneo. Ese com­bate se jugó en donde actualmente es el mercado La Con­damine.

El club Panamá desapareció una vez que su presidente se fue a vivir en Manabí; esto provocó que los jugadores se diseminen en otros equipos y es así como Fausto, junto a Hugo Muños y Víctor Velázquez, entre otros, se vinculan al Olmedo; equipo que en el año de 1947 quedó campeón y subió a la primera categoría.

El apodo de El Venado

Cuenta que en Argentina había un campeonato de Polo donde había un equipo que se denominaba “El Venado tuerto”. Un día, en la cancha, Pepe Robalino empezó a gri­tarle “Venado”, situación que no le gustó, pero no dijo nada. Luego el apodo de “Venado” se hizo popular entre los juga­dores quienes lo llamaban así por su característica de jue­go. Finalmente Fausto Benavides se acostumbró al apodo.

Luego empezó a jugar campeonatos amateurs en los equipos de la ciudad organizados por la Federación; entre los equipos que recuerda están el de la panadería deno­minado “Antonianos La Salle”; también el Olmedo, como equipo del barrio, y los conjuntos de Villagómez, Panagra y Ferroviarios. Había dos más que no recuerda.

Partidos memorables

Una cantidad de recortes de artículos de prensa, fotos, souvenirs de C.D. Olmedo y hasta una carta que envío al Arquitecto Granizo cuando el equipo estaba atravesando momentos difíciles son parte de la colección que guarda con sumo cuidado Fausto Benavides, quién nunca se pierde un encuentro de fútbol en el Olímpico de Riobamba cuando el ídolo salta a la cancha, en su sitio que por años ha sido testigo de sus alegrías y desilusiones, jugador del Omedo que hoy nos cuenta con nostalgia su aplaudido paso por el equipo.

En Cuenca y Perú, países que visitaban una vez por año, 37 participaron en varios enfrentamientos. Recuerda que cuando miraban bajar del bus al Olmedo, les gritaban: “¡Ahí llega la maquinita!”. Varios de los ju­gadores trabajaban juntos lo que les permitía tener una cercanía importante el momento de jugar. Otras participaciones se realizaron al norte del país e iban Pasto, Colombia, donde vivían las familias Coroceros y Ortiz, entre otros ilustres Riobambeños que había migrado hacia allá. El elenco de Pasto visitó la ciudad de Riobamba, donde el resultado del encuentro fue 3 – 2 a favor del Ciclón. Luego de esto, la revancha se replicó por 4 ocasiones en las que el Olmedo nunca perdió.

Luego de esto, los jugadores que trabajaban en El Estanco tenían que retornar de inmediato a la ciudad, pues su trabajo les exigía presentarse a las 07h00 del día siguiente. Ellos salían con permiso y no podían faltar. El sueldo de ese entonces era de 350 sucres más 15 monedas de comisión que ganaban por cuidar que no ingrese contrabando e incautar lugares apartados de El Chimborazo que eran fre­cuentes pasos de comercio ilegal.

Don Luis Felipe Izurieta, Presidente del Olmedo en ese entonces, era tesorero de El Estanco. En esos partidos un directivo de equipo América de Cali les observó e invitó a jugar en esa ciudad. Al llamado del entrenador Raymondi, el Presidente Luis Izurieta res­ponde: “No haga pendejadas; ellos deben ingresar a trabajar el Lunes”.

Fausto recuerda de Don Luis Izurieta como una lin­da gente; caballero, cuyo recuerdo lleva siempre en su mente y corazón. En Cuenca, luego de un partido, le llamó a solas y le dijo: “Tú tienes una hermana y una Mamá, así que toma” y le regaló 1.000 sucres para que les compre aretes y otros regalos; en ese entonces 1000 sucres mucho dinero.

Luis Izurieta, en ese entonces, tenía dos hermanos. Uno de ellos era Alejandro, quien traía los jugado­res de Guayaquil para reforzar al Olmedo. Recuerda entre ellos a Patón Alvarado, Cucho Gómez, Alberto Spencer, Enrique Raymondi (apodado el maestrito) de quien afirma “Aquí aprendió a jugar Fútbol el des­graciado”; este jugó de puntero izquierdo gracias a que su padre fue el entrenador y que no tenían otro jugador para ese puesto.

En relación a Spencer nos menciona que jugó con el nombre de Arsenio López en Riobamba porque no le permitían en la ciudad. Alberto Spencer jugó 3 ve­ces con el Olmedo; 2 en Riobamba y 1 en Ancón. Allí su hermano, Pedro Spencer, jugador del Everest, le reclamó por jugar en el Olmedo y Alberto le respon­dió que le pagaban 300 sucres y que él necesitaba el dinero. Ese partido en Ancón ganó el Olmedo con gol de Alberto Spencer.

PRIMER CLÁSICO MACARA – OLMEDO , PRIMERA PE­LEA

Recuerda que en el primer clásico entre Macará y Olmedo, que se realizó en Ambato, había un jugador macarasense de apellido Amaluisa, le dijo a un com­pañero, refiriéndose a un jugador de Olmedo: “a este saquémosle el aire”, dicho comentario escuchó el Venado y advirtió a su camarada. Amaluisa y su compañero se en­teraron de la situación y le agredieron en el rostro lo que fue el detonante para una gran pelea. Luis Izurieta tuvo que bajar a calmar los ánimos y al término del cotejo, el coronel Sandoval, quien estaba mirando el partido, dispu­so que custodia para los jugadores del Olmedo, quienes fueron llevados al cuartel.

En Cuenca también tuvo su historia, el “Venado” era ve­loz y el árbitro de línea reiteradamente le marcaba infrac­ciones; Fausto le reclamó su actitud y el árbitro reaccionó golpeándole con el banderín en la cabeza, lo que causo su reacción. De igual forma, esta vez, el coronel Manche­no mandó a resguardar la integridad de los jugadores de Olmedo.

El clásico doméstico entre Olmedo y el equipo El Prado duró tres años. Los partidos se desarrollaron entre empa­tes y triunfos del Olmedo, pero nunca ganó El Prado debi­do a la calidad de jugadores de los dos elencos.

La Alineación del Venado

Vallejo, Estrella, Alfredo Espinoza, Pepe Robalino, Tuto Bonilla, Mario Freire, Chiguagua, Fausto Benavides, Luis Ar­senio López, Velásquez y Che Boto.

PRIMER EXTRANJERO EN EL OLMEDO

Che Boto llegó al Aucas, pero una vez terminado el cam­peonato, vino a entrenar en el Olmedo. En ese tiempo ca­recíamos de puntero izquierdo y provisionalmente jugaba Pancho Vaca, pero cuando la situación lo requería, había que reforzarse y es en ese momento cuando empieza a ac­tuar el Che Boto, quien se casó en Riobamba y finalmente se fue a vivir en Quito.

EN ECUADOR EL ÚNICO EQUIPO QUE GANÓ AL EQUIPO DE EXTRANJEROS FUE EL OLMEDO.

Las selecciones de fútbol de Argentina, Uruguay y Co­lombiana, etc., hicieron una gira por el Ecuador y se en­frentaron a Barcelona, Emelec, Aucas, Deportivo Quito y Macará y ganaron a todos. Sin embargo, cuando llegaron a Riobamba, las cosas cambiaron y el marcador final fue de 2- 1 a favor del Olmedo. ¿Cómo? ¡Aquello no podía pasar! Fue su expresión; así que se pactó una revancha y con un estadio lleno hasta la bandera y una hinchada eufóri­ca, Olmedo volvió a ganar. En ese entonces en Riobamba habitaban mucha gente pudiente y en ese partido los adi­nerados salieron satisfechos a festejar en el estadio. “Nos abrazaban, nos besaban y hasta nos tomamos una foto memorable, en la que ellos salen en la parte de adelante y a nosotros, los jugadores, apenas se nos ve la cabeza”, manifiesta el Venado.

QUE PIENSA DEL JUGADOR DE HOY DEL OLMEDO

El jugador de Olmedo debe jugar con cariño a la ca­miseta y al equipo. Antes los jugadores, luego de ama­necerse trabajando en El Estanco, estaban listos para ju­gar; nunca hubo un disgusto entre compañeros; más bien todo lo contrario, luego de los partidos venían las risas y la camaradería. Don Luis Izurieta les autorizaba ir a “El Pénjamo” (Una picantería), donde tenían la disposición de atenderlos en el consumo de cervezas y fritada a cargo del presidente del club. El gasto semanal bordeaba apro­ximadamente los 2.500 a 3.000 sucres, pero nunca hubo excesos, pues al siguiente día había que trabajar

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