EL JOVEN VAQUITA

El prototipo del deportista es atlético y de gran corpu­lencia muscular. Sin embargo, en el fútbol, la habilidad prevalece sobre el físico. El jugador se vuelve inolvida­ble cuando piensa diferente, siempre encuentra una salida para burlar al rival y cada vez que llega la pelota a sus pies los aficionados esperan filigranas. Así es Milton Vaca.

En Riobamba, casi por medio siglo, nos ha deleitado con su juego pícaro lleno de velocidad. Quién no ha ido al cam­peonato mítico de Bellavista, Villa María, Santa Faz. Domin­go a domingo en el estadio de la Panadería, del Colegio Cisneros, del Colegio Chiriboga, de Yaruquies, en Penipe, en Guano, en Chambo, paseando su clase sobre las canchas de tierra de la 5 de Junio donde empezó hasta los escenarios de césped sintético. Es uno de los Riobambeños que se ha­dado a conocer con lo que mas le gusta hacer: Jugar fútbol.

Esta historia no estaría completa sino hubiera pasado por el equipo más grande que tiene la Ciudad de Riobam­ba: Centro Deportivo Olmedo. Su historia con el ciclón em­pieza cuando Milton jugaba en el amateur del club Oriental, el Olmedo tenía jugadores juveniles hasta los 18 años y sus dirigentes lo invitaron a ser parte de la plantilla en condi­ción de juvenil.

En sus inicios el Presidente del ciclón fue Enrique Suarez (+), dueño de radio Sonorama, conjuntamente con Jimmy Sport, Juan Salazar, que trabajaban en la Radio dieron prio­ridad a los jugadores de Riobamba, pero no se logró subir de categoría. Luego de dos años recibió el equipo Eduardo Granizo y con él se llegó a la primera B.

Las figuras que pasaron por el Olmedo en época de ju­gador de Milton fueron Geovanny Ibarra, Juan Carlos Garay, Pepe Carcelén, entre otros, expertos del balompié de gran reconocimiento hoy en el país, pero que jugaron en el Ol­medo y que con su competencia llegaron cerca del ascenso pero que siempre, por algún motivo, no lo consiguieron.

Según Milton Vaca, los jugadores que estaban cuando el Arquitecto Eduardo Granizo asumió el club eran Imer Che­rrez, Daniel Ponce, Darío de Negri, Max Mesias, Didi Angulo, Girón, Trujillo, Gato Ramírez, de los Riobambeños estaban los hermanos Reinoso, Luis y Alex, Gustavo Lemache, Milton Vaca y Omar Ledesma.

En ese entonces, a esta plantilla no se les pagaba en el campeonato de ascenso local, pero en el zonal si entraban a ganar premios, recuerda que se ganaba unos 50 sucres si empataba fuera y si ganaban en casa, pero afuera eran 100 sucres. Con ese dinero compró su primer equipo de sonido y un juego de dormitorio.

Los pagos siempre fueron puntuales con el objetivo de incentivar a los jugadores. Ahí se vinculó un personaje que sería de vital importancia para el ascenso: el General Car­los Mendoza, en ese entonces Comandante de la Brigada Blindada Galápagos.

En ese escenario castrense se entrenaba y se hacían con­centraciones, así como cuando salían a jugar en otros lados. Se contaba con instalaciones para tener donde llegar y en­trenar. Se integró Wellington Paredes, por aquél tiempo, mi­litar con unas cualidades excepcionales como delantero. Fue captado por el Arquitecto Granizo para el equipo. Terminó como marcador de punta, a quien Vinicio Ron DT le decía “Mi pelele”. En su primer partido se escondió, se achicopalo, des­apareció y luego de una buena tunda del DT, en el segundo partido, llegó a ser uno de los mejores marcadores de punta del Ecuador.

La fase final del mítico ascenso se la vivió con intensidad. Olmedo al no sacar resultados favorables en casa, pasó a depender de otros. Mientras jugaba Olmedo tenía que es­perar que Star Club gane al Flamengo, caso contrario no servía el triunfo.

Los resultados se dieron y se clasificó a partidos de ida y vuelta de Pichincha DAC de Santo Domingo, partido que dejó uno de los recuerdos y satisfacciones más grandes que tiene Milton en su corazón.

A los 19 años, con el carácter de un riobambeño, estaba listo para asumir importantes retos. En Santo Domingo, su estilo de juego explosivo, le permitió aventajar a los rivales en espacios cortos. Con su velocidad encontraba espacios para correr libre con el balón.

En una de esas jugadas, al borde del minuto 40 de la pri­mera etapa, Darío de Negri envió una pelota al vacío. Salió un defensa, Milton hizo una finta, ingresó a las 18 yardas, encontró un resquicio, y con un soberbio disparo logró in­flar las redes.

Ese gol sirvió para escribir la ventaja momentánea, luego llegaría el empate. En la ciudad de Riobamba, Olmedo dio cuenta de DAC 1-0 lo que permitió pasar a la fase final don­de se enfrentaban en un triangular,

Debían pasar 2 equipos de los 3, por obvias razones, las posibilidades de ascender eran altas. Este triangular se lo jugó entre los equipos Panamá de la ciudad de Guayaquil y Cruz del Vado de Cuenca, con Vinicio Ron como Director Técnico, se enfilo el retorno del Olmedo a la serie B, luego de 18 años de ausencia del fútbol profesional en la ciudad y la provincia.

Una ciudad con la esperanza de saborear el retorno al fút­bol profesional, fijó la expectativa en este triangular, Olmedo empezaba su periplo final. El primer equipo a quien se debía enfrentar era el Cruz del Vado, jugando como local Olmedo.

Los Bullangueros se citaron desde tempranas horas en el estadio para alistar sus banderas e instrumentos. Las puer­tas del estadio estaban abiertas con antelación. Los vende­dores, abastecidos y en el ambiente flotaba una expectati­va particular. Finalmente, concluyó con un empate 0-0 en la ciudad de Riobamba. Un resultado no muy halagador.

Había que superar y prepararse para el siguiente encuen­tro, tenían que viajar a Guayaquil para enfrentar a Panamá. Luego de un partido difícil, pero peleado palmo a palmo terminó con el marcador Panamá 2 Olmedo 1. Las espe­ranzas jugado el 50% del triangular eran bajas, la hinchada desilusionada empezó la fase de revanchas.

Con ese sombrío panorama debían enfrentar al Panamá en el Olímpico de Riobamba. El Olmedo saltó a la cancha con el deseo de reivindicarse y así fue, el marcador final fue de Olmedo 5, Panamá 0. Renació la esperanza de toda la hinchada. La clasificación se definiría en Cuenca.

La hinchada se preparó nuevamente para el viaje, los ju­gadores se fueron antes, bajo el cuidado del coronel Men­doza. El plantel descansó y entrenó en Cuenca. En el esce­nario la presencia de hinchas del Ciclón era importante. Un juvenil en ese entonces ‘La Nena Jaen’, dejó escrito su nombre en las páginas gloriosas del Ciclón con dos golazos.

Una vez ascendidos y empatados en puntos, debieron disputar el campeonato en un partido definitorio entre el Club Panamá y Olmedo. Partido que concluyó 6-0 a favor del Olmedo. Quedó campeón y Milton fue uno de los pocos riobambeños que conformaron esa nómina que permitió este importante logro.

Milton fue ratificado en la nómina del Olmedo para ju­gar en la serie B. Se integraron jugadores con importante trayectoria como Luis Valdiviezo, Jorge Corozo, Raúl Nieto, Cocoa Pazmiño, Landin, Rivera Nazareno, entre otros.

Milton, al no ganar dinero, su único afán era jugar, ser parte del equipo, pero de una forma activa. Luego de 4 me­ses, aproximadamente, abandonó este sueño. Las obliga­ciones profesionales lo llevaron a ingresar al sector finan­ciero, pero dejó un profundo amor al equipo.

Gratos recuerdos abriga en su corazón por el paso por el ídolo, luego de cada partido solía ir a casa bien acom­pañado. Nunca faltaba un pasabolas con quien conversar, un bullanguero que extienda su abrazo y hasta dejándole monedas para los helados de agradecimiento.

O un betunero que deseaba escuchar sus comentarios del partido. Eso le permitió conocer a mucha gente. En los recuerdos imborrables está un hincha, que en el partido en Santo Domingo, donde metió el gol del empate, le regaló su reloj. Con lágrimas de felicidad le dijo: “Gracias Vaquita”.

Milton Vaca, de origen humilde, oriundo de Calpi una pa­rroquia distante de Riobamba, cuenta que sus padres y abuelitos se esforzaron por darle dinero para los pasajes y los estudios. Sus padres vivían separados.

Milton atesora el recuerdo de cuando le contó a su padre que jugó para el Olmedo y éste le respondió incrédulo: “No, vos estas loco cómo vas haber jugado en el Olmedo”. Su pa­dre era hincha a muerte, le parecía un sueño.

Cuando lo vio jugar. La alegría no le caía dentro del pe­cho. Sonreía orgulloso al ver que los betuneritos no le cobraban al joven Vaquita la lustrada de zapatos. Fue de gran alegría para su padre, luego sus tíos, abuelitos y cote­rráneos de Calpi se iban sumando a la hinchada del ídolo.

Causa alegría rememorar eso. A sus hermanas acompa­ñándole en los partidos. Su padre fue quien cambió la letra del himno para nombrarle en una fracción a Eduardo Gra­nizo. Cosas que marcan la vida de un gran ser humano que logró a través del fútbol, amistades, satisfacciones, conoci­miento y que devolvió alegrías a quienes le rodean y a su comunidad.

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