AVI-PAZ UNA EMPRESA QUE PIENSA EN SU GENTE

Uno de los más grandes avicultores del Ecuador, provino de un hogar tungurahuense formado por un transportista de carga pesada con mucho carácter y una madre dulce y cariñosa. A eso hay que añadirle la influencia de la abuela, a quien Delio Fran­cisco Pazmiño Moya visitaba con mucha frecuencia.

PERFIL

En ese ambiente campirano desarrolló la afición por la avicultura. Pazmiño recuerda esos días con mucha nostalgia. “Jugaba fútbol con deleite. Los arcos eran las puertas lanfor del barrio o del poste a la pared. El tránsito y los peatones no eran un inconveniente. Luego del partido las veredas eran los sitios alegres para hablar con los amigos. Montar en bicicleta hacia El Socavón era otro bello pasatiempo, al igual que armar carros a escala”.

Siendo niño aprendió a amar al equipo local Técnico Universitario, por influencia directa de su padre, aun­que él era hincha de otro club local: El América. Re­cuerda que su progenitor lo llevaba en hombros para presenciar los encuentros. Muchos de los jugadores se pasaron al Técnico cuando El América descendió.

Padre e hijo también eran observadores continuos de los partidos de balompié barrial. En la mente de Pazmiño todavía están escritos los apellidos de los jugadores destacados: Erazo, Jiménez que con el tiempo engrosaron las filas del Técnico Universitario cuando éste empezó a subir de categoría.

Cuando llegaban los jugadores del Emelec o del Bar­celona a Ambato, los despachaban con goleadas de 4 o de 5 tantos por cero. Así se formó en Pazmiño el profundo amor por la camiseta blanquirroja del Técnico Universitario.

LOS ESTUDIOS Y EL BARRIO LA MERCED

Su juventud transcurrió en el histórico Colegio Bo­lívar. Recuerda que había una materia de opciones prácticas con varias actividades en el campus de Huachipata. En ese sitio había un rosal bonito que normalmente les enviaban a podar.

Esa era la oportunidad para organizar las carrera de baldes, que consistían en poner el recipiente de cada quien en la acequia y si éste se hundía debían su­mergirse para rescatarlo, sin importar si se mojaban el uniforme. Eran intensos momentos de alegría.

De sus profesores también tiene buenos recuerdos. Especialmente de aquellos que le dejaron huella y que le inspiraron respeto. Menciona, por ejemplo, al famoso Indio Carpio, el Dr. Peña de Química; Gerardo Nicola; el inspector Paredes, entre otros.

Nacido en el tradicional barrio La Merced, en el centro de Ambato, cursó la escuela en el establecimiento del mismo nombre y concluyó en el Instituto León Becerra. La secundaria, como se dijo, la hizo en el Colegio Bolívar.

Su primera afición fue la Mecánica Automotriz, pero como no había dónde especializarse y por influencia de su abuela, se in­clinó por la Avicultura y entró a estudiar Zootecnia en la Poli­técnica de Chimborazo, una carrera no muy bien entendida por aquél tiempo. Cuando egresó fue reclutado con otros cuatro compañeros por una empresa Alemana. En total fueron 50 los escogidos en el Ecuador. Ganaban unos 5 sueldos básicos.

Su entusiasmo y visión le sirvieron para que lo designaran como líder del grupo de nuevos contratados. Así trabajó dos años, acumuló experiencia, enfrentó retos y le dio una óptica diferente de la vida.

Al segundo día luego de defender la tesis y graduado en 1990, agradeció a la empresa que le dio la oportunidad y decidió em­prender su propia empresa ya con el título de Ingeniero Zoo­tecnista. Con el tiempo complementó su aprendizaje con Admi­nistración y Marketing, cursos acerca de nutrición animal, entre otros en Costa Rica, México y Estados Unidos.

EL RETO DE EMPRENDER

Emprender no es fácil. Francisco apenas contaba con una ca­mioneta Datsun 1200. Era un regalo de sus padres que conser­vaba parada por no tener para la gasolina. Cuando empezó su empresa tenía 200 pollos. Tras cinco años de trabajo acumuló 25.000 aves con financiamiento.

Sin embargo, también atravesó momentos duros. Una enfer­medad le causó pérdidas y le hizo replantearse todo su trabajo. Volvió a empezar pero esta vez se asoció con sus padres y her­manos. En la actualidad, sus hijos están haciendo pasantías en la empresa AVIPAZ que inició facturando 25.000 sucres y ahora más de 26 millones de dólares.

Sus salidas al exterior le ayudaron a acumular más vivencias y le abrieron los ojos para hacer mejor las cosas. A los 27 años de edad, Francisco fue Presidente de la Asociación de Avicultores de Tun­gurahua. Después presidió el gremio nacional y tuvo otros cargos.

SU FILOSOFÍA DE VIDA

Lo principal para empezar no es el dinero, sino la decisión y una meta fija. El resto son factores a sortear, por ejemplo, las políticas del Gobierno de turno como impuestos, requisitos am­bientales, permisos y más.

Eso le está pasando actualmente con la formación de la nue­va planta en Samanga, en donde deben cumplir con una serie de requisitos para iniciar las operaciones. Es un obstáculo que Francisco está seguro que vencerá como lo ha hecho en otras ocasiones. “El empleo no se hace por Decreto. Se deben crear las condiciones mediante las políticas de estado o de los muni­cipios, que incentiven los emprendimientos o empresas”.

Estas experiencias han motivado a Francisco, a impulsar a sus empleados para que asuman nuevos retos. En Avipaz se aplica un plan de sucesión además de una formación de acuerdo a las capacidades de cada persona.

La empresa que dirige como CEO tiene 120 empleados, en su mayoría de línea. Él reconoce el importante esfuerzo que reali­zan los trabajadores en cada tarea. Acciones que se ven recom­pensadas con el pago de importantes utilidades.

En este camino como empresario Francisco aprendió que el di­nero no es el objetivo sino la consecuencia de un arduo trabajo y de establecer metas a largo plazo. Además, los resultados no siempre se obtienen de inmediato sino que requieren de tiempo.

Cada paso ha significado un aprendizaje, una decisión perso­nal de avanzar. Hace tiempo, la venta de 4 autos para el pago de deudas le hizo reflexionar a Francisco sobre su formación administrativa. No estaba preparado y lo sabía, pero no se que­daría de brazos cruzados. Decidió estudiar en el Tecnológico de Monterrey, de México. Allí compartió con compañeros que tam­bién dirigían empresas. Esa experiencia le ayudó a entender sus falencias, empezó a mantener equilibrio entre capital, endeuda­miento y crédito.

Su visión empresarial incluye la calidad como elemento pri­mordial, porque le permite a la empresa avanzar de manera se­gura. Por esta razón son fundamentales los procesos que ase­guren esta calidad.

UN VISTAZO AL PANORAMA ECONÓMICO E INDUSTRIAL

Ahora en la mira están los mercados internacionales. Sin em­bargo, para Francisco existen factores que considerar antes de dar el salto. Uno de ellos, es el costo de los productos usados en la avicultura.

Él menciona que el maíz, que representa el 65% de la dieta de aves y cerdos tiene costos altos en el Ecuador a diferencia de otros países como Colombia y Perú. Otro factor para el análisis es el tema tributario a nivel local y latinoamericano.

A decir de Francisco aunque la industria nacional aviculto­ra tecnológicamente está bien preparada se requiere ser más competitivos como país. Él por ejemplo ve positivo ingresar a la Alianza del Pacífico, una iniciativa de integración regional que involucra a México, Colombia, Chile y Perú.

Para Pazmiño, sin duda, son necesarias medidas que impulsen al sector avicultor del Ecuador.

Ahora, en su hogar en Tungurahua su sueño, a cinco años, es implementar toda una la línea de alimentos para mascotas.

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