Agustin Sanchez

Innovamos o Fracasamos

Augustín Sánchez Lalama
Abogado – Consultor de ECUAGOVERMENT
Magíster en Dirección y Gestión Pública Local
@agussanla / @ECUAGOVERMENT

La innovación dejó de ser una simple alternativa en el entorno empresarial. Tanto los ciclos empresariales como la globalización en sí, son mucho más rápidos en la actualidad.

Lo anotado se refleja en el reciente ranking de las 500 empresas del Ecuador. Muchas se sostienen por su adaptación al rumbo cambiante del mercado y se alinean a procesos innovadores.

Otras pierden aceleradamente escalones por su estancamiento en métodos tradicionales de negocio. No podemos concebir a la innovación como una idea, la innovación es un proceso permanente que se concentra en nuevos modelos de negocios, que se apuntalan sobre sólidas redes o alianzas, el “yo puedo solo” pierde fuerza en forma sostenida.

Tal es así que los productos que tienen cooptado el mercado por años. Tam­bién deben enfrentar procesos transformadores para evitar su desplazamiento por efecto de nuevas tendencias, en una constante adaptación a los canales que permiten llegar a los clientes.

La innovación no debe ser vista exclusivamente en el ámbito privado. Es in­dispensable que la cosa pública se adecúe a este proceso como una constante, pues qué sentido tiene contar con empresas que innovan y desafían la diná­mica mundial, si los entes públicos que las regulan y emiten política pública mantienen procesos lentos, engorrosos y ajenos a la tecnología.

En otros términos, debe existir una sinergia público-privada que comulgue con el objetivo de desarrollo empresarial nacional o local. Si lo público se man­tiene distante de lo privado lograremos tener empresas aisladas en el ranking de las más grandes.

Pero si la estrategia es conjunta se lograrán crear condiciones para que sec­tores comerciales, industriales o productivos, que se asientan en determinada localidad, consigan un despunte o crecimiento sostenido.

Una experiencia reconocida es aquella que se aplica en el Principado de As­turias, cuyo trabajo va de la mano entre la empresa privada y el sector público, posesionándose como un clúster tecnológico de escala mundial que inició en el 2003 con apenas 7 empresas y en la actualidad alcanzan alrededor de 74 que generan 4.200 plazas de empleo directo, que no solo son fuertes desde su terri­torio vendiendo tecnología, sino que han salido a competir en otros mercados.

La clave: el sector público dotó al privado de escenarios idóneos y presta servicios que representan complejidad a la empresa individual para ser compe­titivos y fuertes en el mercado. El eje conductor es la cooperación.

Los gobiernos, en sus distintos niveles, deben dejar atrás el criterio de poner obstáculos a quién hace, para pensar en dejar hacer y/o hacerlo en conjunto. Esas son las condiciones presentes sobre las que nos advierten insistentemen­te que “sino innovamos fracasaremos”.

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