Paulina Holguín
En una pequeña oficina, dentro del Patronato Provincial de Tungurahua, se encuentra Paulina Holguín, esposa del Prefecto Fernando Naranjo. Su trato y su forma de saludar son agradables y cálidos. Se asemejan a una suerte de frazada tibia.
Ella luce radiante, desde su cabello rubio estilizado hasta sus zapatos con tacones cortos. En su actitud se hace evidente la preocupación por los detalles. Es de contextura delgada y su presencia no pasa inadvertida en ningún lugar, aunque no lo busque su presencia es el blanco de atenciones y conversación.
La postura y elocuencia al expresarse puede causar ternura, pues hace que la entrevista fluya con un ambiente de complicidad y confianza. Uno de sus temas preferidos es su compañero de vida y todas las experiencias que ambos han acumulado en el entorno profesional y familiar, nada fácil, en el que se desenvuelven.
Paulinita, como le gusta que le digan, no puede esconder la sonrisa que ilumina su rostro al recordar los momentos amenos que Fernando construyó en las distintas facetas de la vida con sus hermanos. No oculta la admiración que siente por la unión y el respeto que ellos se profesan.
Resalta que esa integración de hermandad es digna de emular, ya que ellos siempre buscan estar en contacto y de visitarse con frecuencia. Considera que el diálogo ha sido fundamental para que la familia fortalezca los lazos
que los une, pues para ella esto es una “gracia de Dios”, de tal forma que, no tener enemistad con nadie es imprescindible en su relación. El odio simplemente no tiene cabida en su existir.
Ella considera que pocos hogares tienen el don y el espíritu de apoyo. Además siempre comparten una comida entre todos ese es otro de los secretos que apuntalan ese sentimiento filial. Un día a la semana se reúnen con sus cuñados para tomar una taza de café. Es una excusa para ponerse al día con la situación de cada hermano, nieto, sobrino e hijo.
El hecho de que Fernando Naranjo sea el séptimo de siete hermanos nunca fue un problema para su cónyuge. Tampoco fue motivo de un trato preferencial para sus padres. Por esa razón, la envidia y la arrogancia no son parte de su cotidianidad.
Llena de nostalgia, Paulina hace una pausa en la entrevista para evocar a Eulalia Naranjo, su cuñada y hermana mayor del Prefecto, fallecida recientemente. Eulalia trabajó en el Gobierno Provincial por 43 años, de ahí que su cercanía con Fernando era estrecha. No recibieron bien el año, declara Paulina, pues aquella colega de trabajo, colaboradora comprensiva, falleció los primeros días del 2019.
Se le quiebra la voz. Hace un pequeño esfuerzo para sobreponerse y sin perder la amabilidad retoma el hilo de la conversación. Y sigue con renovados bríos, casi inspirada asegura que cooperar con los integrantes que forman una cálida morada, apuntala cualquier núcleo familiar, ya que esto les da tranquilidad y paz para continuar con las actividades diarias.
Como en toda familia comprende que hay problemas y diferencias. Sin embargo, ser tolerante ayuda a que eso desaparezca y se pueda prescindir de aquellos problemas que podrían desestabilizar la tranquilidad y la calidez del núcleo social.
Rememora lo satisfactorio que ha sido que los seis hermanos de Fernando lo hayan apoyado en estos 19 años en la Prefectura: “Cada sugerencia, crítica y comentario son bien recibidos. Esto es vital ya que mi esposo no sabía que quería ser político y cuando le dieron la oportunidad nunca estuvo solo”, explica Paulina con una seguridad que no deja espacio a la duda.
Es gratificante para Paulina mencionar la cercanía con su esposo, de hecho, se considera fiel acompañante en este arduo trabajo; basta con ver fotografías sobre la entrega de algunas obras a su cargo para dar fe de sus palabras.
Su experiencia en el Patronato Provincial es la mejor experiencia que ha tenido, pues el gran cambio que se ha operado le llena de satisfacción. Empezó con dos oficinas, una para la Presidencia y otra para un Médico General que atendía a siete personas al día.
Ahora es un Departamento completo con varios especialistas que reciben a 148 pacientes diarios. Traumatología es la especialidad con más demanda, ya que ofrece terapias de calidad para personas de recurso escasos, quienes incluso pueden beneficiarse con la donación de sillas de ruedas o pañales para bebes.
Paulina desea de todo corazón que las nuevas autoridades sigan con este proyecto, ya que en el 2018 se atendieron a 36.400 personas. Una cifra que ratifica el éxito de esta institución que nació comprometida con el bienestar social.
Después de haber trabajado arduamente durante tanto tiempo, Paulina menciona que no tiene planes para su futuro mediato. “No hemos pensado en eso aún, únicamente salimos pidiendo que Dios nos bendiga en lo que decidamos hacer”. Algo se le ocurrirá de seguro.
Por lo pronto, dice, van a tomarse un tiempo para descansar. Sin embargo, ese lapso no será largo. “Sin trabajo me muero. Espero seguir rodeada de personas a quienes ayudar”.
Despide la entrevista con una pausa bien estudiada. El brillo en sus ojos, al expresar su agradecimiento a los ciudadanos tungurahuenses por el apoyo incondicional, se intensifica al recordar que la familia es el eje principal de la sociedad y por la cual varios personajes consiguen grandes metas, ese fue el caso de Fernando Naranjo.